La pornografía infantil es un delito gravísimo que vulnera los derechos fundamentales de los niños y niñas, siendo además una de las formas más crueles de explotación. A pesar de su naturaleza abominable, este crimen sigue siendo alimentado por redes clandestinas que lucran con la producción y distribución de este material ilegal. La pregunta sobre la rentabilidad de la pornografía infantil toca un aspecto incómodo pero necesario para entender el alcance del problema: ¿Cómo y por qué persiste este negocio?
En 1982, Catherine Stubblefield Wilson fue detenida por operar una de las mayores redes de pornografía infantil jamás descubiertas. Desde 1963 hasta su arresto en 1982, Wilson gestionó una red que contaba con aproximadamente 30,000 clientes, generando alrededor de 500,000 dólares anuales a partir de la venta de material ilegal. Sin embargo, tras su captura, el FBI descubrió un aspecto sorprendente: a pesar de las grandes sumas de dinero que Catherine obtenía, la mayoría de la pornografía infantil producida en esa época era de carácter casero y no tenía fines lucrativos. Este material se distribuía clandestinamente, a menudo a través de anuncios en revistas para adultos o en tiendas de pornografía, lo que revela que una parte considerable de esta actividad ilícita no estaba motivada por el lucro económico.
Lawrence A. Stanley publicaría en 1982 en la revista Playboy un articulo llamado El Mito de la Pornografía Infantil (The Child Pornography Myth) en la que denunciaba en esos años una denominada histeria con respecto al tema de la pedofilia en gran escala y que la mayoría de la información sobre el tema eran exageraciones. Aunque posteriormente el fue arrestado por la distribución y posesión de este material múltiples ocasiones .
“No sólo el negocio de la pornografía infantil era en gran medida ficción, sino que también lo eran los informes más escabrosos sobre explotación sexual organizada. No hay pruebas creíbles, por ejemplo, que respalden las afirmaciones de subastas de niños en Amsterdam, de números gratuitos y casas de venta por correo para prostitutas infantiles, de películas infantiles “snuff”, rituales de abuso satánico o, como dijo Michael Jupp, director ejecutivo de Defensa de los Niños Internacional, testificó ante el Congreso, “cadenas {estadounidenses} de burdeles y burdeles… donde los niños son mantenidos bajo llave”. No existen redes de personas que intercambien niños. Actualmente sólo existe una organización de pedófilos activa, la North American Man/Boy Love Association, y NAMBLA opera plenamente dentro de la ley como organización de lobby y apoyo. Un informe reciente emitido por el Senado de los Estados Unidos absolvió a NAMBLA de cualquier participación en la producción de pornografía infantil. Nunca se supo ni se sospechó que ningún niño cuyas fotografías aparecieron en revistas y películas de pornografía infantil hubiera sido víctima de asesinato”.
El Mito de la Pornografía Infantil por Lawrence A. Stanley
En 2006, Joe Barton, miembro de la Comisión de Bolsa y Valores de los Estados Unidos, afirmó que “la pornografía infantil es un negocio multibillonario… mi equipo me dice que es un negocio que genera veinte mil millones de dólares al año”. Sin embargo, esta cifra ha sido cuestionada por Carl Bialik, periodista de The Wall Street Journal, quien señaló la falta de una fuente confiable que respalde esa estimación. Bialik argumenta que estas cifras suelen ser estimaciones proporcionadas por organizaciones no gubernamentales, las cuales, debido a la limitada investigación y acceso a datos concretos sobre el tema, podrían estar exagerando la magnitud económica de este negocio ilegal. Algo que Jan Schuijer y Benjamin Rossen ya habían predicho para el año de 1992 en un articulo en el estiman que las mayoría de estas cifras que son sobrestimadas por la naturaleza de estos actos.